Quizá debido a su ubicación (en los límites entre el Valle del Ebro y la Meseta) y a sus enormes dimensiones y aislamiento (el macizo, que se presenta aislado en la Cordillera Ibérica alcanza en la Cima de San Miguel los 2.314 m.), el Moncayo ha generado una gran cantidad de tradiciones de todo tipo.
Está presente en el refranero de la zona: "Moncayo traidor, / que haces pobre a Castilla / y rico a Aragón", aludiendo al hecho de que las aguas de la ladera sur, que deberían ir al Duero, se filtran por una falla y alimentan el nacedero del Queiles, tributario del Ebro.
Es un hito visible desde gran parte de Aragón y otras zonas limítrofes, lo que explica su presencia en la fraseología, atribuyéndosele en Zaragoza en origen del frío cierzo (sopla el Moncayo).
Ha atraido las miradas de numerosos literatos: Marcial, Marqués de Santillana, Gustavo Adolfo Bécquer o Antonio Machado.
Tanto en sus laderas como en las poblaciones de su entorno, son frecuentes las leyendas de carácter religioso (como la que justifica el origen del Santuario de la Virgen del Moncayo) o profano, existiendo una importante tradición en torno a la brujería, localizada especialmente en el Somontano del Moncayo (Aragón) y en el lugar de Trasmoz.
Desde antiguo, debió tener un importante valor religioso. Se cree que los celtíberos dedicaron su cumbre al dios Lug y, a partir de datos evocados en dos epigramas de Marcial, se especula con la posibilidad de que en el lugar de Beratón (Soria) hubiera un bosque sagrado. También los romanos dedicaron su cumbre a Júpiter. Esto explica la cristianización posterior, bajo la advocación de San Miguel.
La fotografía se ha tomado desde el castillo de Trasmoz de ahí la localidad en la que lo ubicamos.