A su paso por el Pardo las aguas bajan cristalinas, pero la mierda se esconde entre las eneas.
Mucha culpa es de algunos pescadores que tienen la sana costumbre de dejar cascos, bidones, lastas etc.
son incapaces de recoger los desperdicios que generan.
La gente pasea tranquilamente y no ve estos ricnones llenos de inmundicia, pero si te acercas a las orillas descubres el pastel.
Esto es una verguenza, garzas, martines y toda clase de bichos obligados a convivir con toda esta mierda.