Alineadas y aparentemente dispuestas a competir, la diatomea Navicula muestra su contorno de fina canoa y su carga interior de cloroplastos verdes y dorados, perfectamente equilibrada, para que estos pequeños navíos vivos naveguen sin escorar. Su paso por la superficie del agua no deja de asombrarnos, pues en pequeños grupos y con la misma orientación se dirigen primero hacia un lado, deslizándose a reacción, con suavidad, y después, como siguiendo una única orden, hacia otro rumbo, casi siempre opuesto.

Es de esta manera como parecen tomar su ración vital de sol y lo hacen al mismo tiempo, sin competir, no hay necesidad para ello. El ciclo de algunas Naviculas parece que llega a su fin, es la ley de la vida, su cloroplastos dorados se deshacen en verde para desaparecer después, serán remplazadas por otras que seguirán su camino por la superficie del agua, adornando con su delicada belleza de cristal la vida de las charcas y lagunas en las que habitan.

Y en medio de toda esta regata, de idas y vueltas Cyclotella compta forma una glorieta a la que las Naviculas tendrán que bordear o golpear ligeramente como en una partida sumergida de billar acuático. Las células de Cyclotella compta tienen forma de tambor y muestran unas valvas con unas marcadas estrías radiales entre las que se disponen unas pequeñas protuberancias marginales que son características de esta especie.

Se muestran aquí las dos apariencias más características de las diatomeas, las de las denominadas pennales, con simetría bilateral, como las de las agudas Naviculas y la que representa Cyclotella con su perfecta simetría radial.

Son unas y otras pequeñas joyas del agua que en este caso habitan en lagunas ligeramente cargadas de materia orgánica.

La fotografía se ha tomado a 400 aumentos empleando la técnica de contraste de interferencia y procede de unas muestras recolectadas en el pantano de La Grajera en las inmediaciones de Logroño.