La diatomea Pinnularia, casi siempre solitaria, navega sin rumbo pero siempre con sol, movida suavemente a reacción, a reacción por el agua que por finos poros y grietas secretas de su estuche de cristal, libera a su exterior. Es así como avanza y retrocede, como gira y se para siempre tomando ese baño de sol que es su vital alimento.

Y hoy, Pinnularia se ha puesto de costado, en una vista inusual en ella, para mostrarnos su interior. Si el estuche de cristal que guarda la vida de esta alga está tocado por la hermosura que encierran las joyas vivas, su interior nos muestra a su vida artífice, enseñando su alma de joya en perlas, esmeraldas líquidas y lingotes de plata.

Las esmeraldas líquidas son los cloroplastos, su alma verde, que tomando la energía del sol la cambian por la energía de la vida. Las perlas son pequeñas gotitas de grasa que hacen ascender al cuerpo de Pinnularia hasta el cielo de la laguna, donde más cerca puede estar del sol. Mientras, el resto de piezas de plata que adornan en simetría estas entrañas, son la reserva que el sol ha ido guardando en forma de plateados lingotes de aceite y son la garantía de vida para un futuro invierno.

Hoy no vemos los graciosos surcos labrados en la cubierta de Pinnularia pero hemos descubierto el tesoro que custodia en su interior.

La diatomea Pinnularia es una de las más extensas y mejor representadas diatomeas de agua dulce, la de hoy ha venido desde la Laguna de las Sanguijuelas de Zamora, en las inmediaciones del Lago de Sanabria y ha sido fotografiada a 400 aumentos empleando la técnica de contraste de interferencia.